
Había una vez, en el corazón del gremio transportista, dos almas viajeras que rodaban por rutas distintas hasta que el destino, con su GPS infalible, los hizo coincidir en la mejor intersección: la del amor. Sara «La Guerrera» y Carlos «El Pichichi», dos titanes de las carreteras, se prometieron amor eterno en una noche mágica, llena de risas, pasión y mucha gasolina emocional.
La travesía comenzó en la majestuosa Catedral Cristo Rey, donde conmovidos ante el altar y con testigos de lujo, sellaron su promesa con un ‘Sí, acepto’ que resonó como claxon en autopista Siglo XXI. Luego, la caravana de alegría arrancó motores y se dirigió a Ranchette La Parota, un oasis de exclusividad en Lázaro Cárdenas, donde se armó la verdadera fiesta de carga completa.
UNA ENTRADA TRIUNFAL ENTRE RISAS Y OVACIONES
Los flamantes esposos hicieron su entrada triunfal entre mesas repletas de familiares y amigos, quienes no escatimaron en vítores y porras. Como si de una parada en boxes se tratara, los novios avanzaban con paso firme hasta la pista de baile, listos para el primer gran recorrido de su nueva vida juntos.
El vals inaugural, con el que Carlos y Sara marcaron el ritmo de su historia, fue como ver a dos camiones de carga pesada moviéndose con la suavidad de un convertible de lujo. Los padrinos de velación, Jorge Luis Salazar Cortés y Fresbinda Cortés Vargas, junto con los orgullosos padres de los novios, Fidencio Ramírez Márquez y María Cárdenas Bahena por parte de la novia, y Seferino López Moreno y María Guadalupe Cuevas Mendoza por parte del novio, fueron testigos del arranque de este viaje sin retorno.

VÍBORA DE LA MAR Y UN NOVIO QUE SALIÓ INTACTO
Después del vals, la pista se convirtió en un carril de velocidad donde la tradicional víbora de la mar puso a prueba la destreza de los invitados. Carlos «El Pichichi», con reflejos de piloto experimentado, esquivó los embates con agilidad, asegurando su permanencia en una sola pieza. Entre carcajadas y giros inesperados, llegó el turno del ramo, que voló como tráiler sin frenos directo a las manos de la afortunada que, según las leyendas, será la próxima en dar el gran paso.
UNA CENA A LA ALTURA DE LA OCASIÓN
Los corazones ya estaban llenos de emoción, pero SoundTrack, con su impecable ambientación y la conducción de Chelito Locutor, se encargó de llenar el espacio con la mejor música. Mientras tanto, los invitados disfrutaron de un banquete digno de reyes del asfalto: pechuga de pollo rellena bañada en salsa poblana y filete en salsa de nuez, ambos acompañados de puré y una guarnición de vegetales que, por esta noche, fueron recibidos con entusiasmo hasta por los más carnívoros.

UNA NOCHE QUE QUEDARÁ EN LA HISTORIA
Entre los asistentes, además de los familiares y amigos cercanos, se encontraban grandes aliados y empresarios del sector, todos celebrando la unión de esta pareja que ha sabido sortear baches y topes, demostrando que el amor, cuando es puro y apasionado, nunca se queda sin combustible.
La fiesta continuó hasta altas horas de la madrugada, con la pista iluminada vibrando al ritmo de la felicidad de los novios. Sara y Carlos, con su amor a prueba de kilometraje, dieron una lección de que la verdadera aventura comienza cuando dos almas deciden viajar juntas, sin miedo al camino, sin importar cuántas curvas traiga la vida.
Y así, entre abrazos, brindis y promesas de rutas compartidas, esta historia fantástica cerró su primera gran página, con la certeza de que les espera un viaje largo y lleno de maravillosos destinos por descubrir.
¡Que viva el amor, y que nunca falte la gasolina de la pasión en esta hermosa travesía matrimonial!